Imagine este anuncio laboral para un puesto de inversionista junior en una gran firma:

Dejando de lado las bromas, los primeros peldaños de la escalera de las inversiones no son fáciles, según señala un artículo reciente de Bloomberg. Para los profesionales de la Ivy League, el mundo de la banca de inversiones es algo así como las Fuerzas Especiales. Una banquera retirada llegó a describir la profesión en términos militares. Admitió que la frecuente falta de sueño era una carga pesada: “Los militares le mostrarán que la privación del sueño es una forma de tortura”.

Los pocos, los orgullosos, los cansados y los estresados

Ciertamente, la concreción de algunos negocios requiere campañas que duran toda la noche, reorganización rápida y acumulación de información. No es extraño que el tiempo promedio de trabajo por semana se encuentre entre las 80 y las 100 horas. Imagínese, algunas personas hasta desean tomarse un fin de semana libre por año. Qué descaro…

Después de cuatro años de esta vida, muchos de estos jóvenes suelen padecer problemas físicos, sostiene un investigador (y antiguo alumno de Goldman Sachs). Frecuentemente, estas personas padecen dolores crónicos, insomnio, depresión, falta de energía y trastornos endócrinos.

Lo que es peor, este tipo de vida, lamentablemente, puede terminar en tragedia, como lo demuestra el caso de Moritz Erhardt. Erhardt, de 21 años, trabajaba como pasante en la oficina londinense de Bank of America Corp. Para obtener el puesto, debía competir con más de 1500 candidatos, sostiene un conmovedor retrato del Guardian. Según explica Bloomberg, en agosto murió “por trabajar día y noche en una fusión”. Un investigador sospecha que la fatiga podría haber provocado un ataque epiléptico fatal.

En la actualidad, la comunidad financiera se muestra un poco más sensible al problema, como hemos indicado previamente. Los bancos están revisando las políticas de vacaciones y días libres para el personal júnior. Algunos pilares de la industria, como Goldman Sachs, JPMorgan Chase, Bank of America, Citigroup y Credit Suisse, incluso recomiendan que los analistas y sus asociados se tomen al menos cuatro días libres por mes.

Me quedo o me voy…

Queda claro que es una vocación difícil y nunca fue para las masas. Pero de alguna manera, alentar este modo de vida puede ser contraproducente. ¿Alguna vez se preguntó, con cerebro de zombi y ojos enrojecidos por el cansancio, por qué quiso dedicarse a la banca de inversiones?  Si lo hizo, no es el único.

Muchos de los mejores y más brillantes reclutas se apartan completamente de Wall Street. Algunas manos expertas abandonan el barco por otros puertos. Estas son algunas estadísticas del artículo de Bloomberg que refuerzan este punto:

• En 2006, el 12 % de los graduados de la Escuela de Negocios de Harvard tomó un puesto laboral en bancos de inversiones, ventas o comercio. El último año, este número descendió al 7 por ciento.
• Por otra parte, durante el mismo período, el número de graduados de Harvard que ingresó a la tecnología se triplicó hasta alcanzar casi el 18 %.
• Entre 2007 y 2013, la cantidad de empleados, entre 25 y 34 años en los sectores de finanzas y seguros se redujo un 19 % en el área metropolitana de Nueva York, de acuerdo con la Oficina del Censo de EE. UU.

Beber información de una manguera contra incendios

Pero aún son muchas las personas que ingresan al campo y permanecen en él, que ganan dinero que no tienen tiempo para gastar. ¿Por qué uno permanece en la montaña rusa?  Bueno, como dijo un trabajador de Wall Street (citado anteriormente): “Era emocionante;  era como beber información de una manguera contra incendios todos los días”.

Y una vez que se termina la emoción, aparece la oportunidad de hacer cosas nuevas e interesantes. Algunos inician sus propias empresas, que en general ocupan nichos muy eclécticos. Una mujer puso una panadería y una firma de inversión privada;  un exbanquero produce yogurt de alta gama. Sin embargo, son personas bastante privilegiadas. Aprovecharon lo aprendido en el trabajo bancario, como trabajar bajo presión.

Como dijo la panadera banquera: “No podría haber aprendido lo que aprendí en ningún otro trabajo. Es educación acelerada”.

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