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Dificultades en las áreas petroleras

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Mientras los países desarrollados, grandes consumidores de gasolina, disfrutan del dinero extra que tintinea en sus bolsillos gracias a los bajos precios del petróleo,  en las áreas petroleras el panorama es muy distinto:

allí abundan los ceños fruncidos y los bolsillos vacíos. Desde que el precio del petróleo se desplomó alrededor de un 50 por ciento en los últimos seis meses, la OPEC no ha mostrado signos de modificar su decisión de mantener los niveles de producción actuales. Las expectativas del mercado respecto al momento en que comenzará a atenuarse esta superabundancia no son claras. El precio aún no ha tocado fondo. Cuando los precios iniciaron su caída libre, los productores muy endeudados comenzaron a tambalearse bajo el peso de sus deudas: unos $200 mil millones en deudas, para ser más precisos. Cuanto más languidezca el precio del petróleo, mayor será el número de compañías que terminen cayendo al precipicio. Cabe esperar una ola de consolidación entre los productores con finanzas más inestables.

Exceso de deuda a bajo costo 

El negocio petrolero siempre ha sido de alto riesgo y uso intensivo de capital. Durante la fiebre del esquisto (o fiebre del shale), algunas compañías se atiborraron de deuda. Tentadas por las bajas tasas de interés, optaron por acumular deuda en lugar de financiar sus planes de capitalización y desarrollar sus reservas distribuyendo capital. Confiaban en que podrían afrontar fácilmente el servicio de la deuda con el creciente flujo de caja que anticipaban; pero sus predicciones no se cumplieron. Los actores de este mercado están quedando entre la espada y la pared. Se enfrentan a una contracción en los ingresos y los márgenes de rentabilidad, sin que puedan ver la luz al final del túnel. El mercado parece estar listo para que aumenten los negocios de esquisto a precios de remate.

Los inversionistas y sus asesores están merodeando a un puñado de productores estadounidenses de esquisto y petróleo convencional sumamente endeudados, a los que consideran con pocas probabilidades de sobrevivir al descenso del precio. Su razonamiento es que, si el precio del petróleo sigue bajando, estos productores tendrán que correr a los brazos de algún interesado o someterse mansamente a una reestructuración completa. Para algunos inversionistas, el sector energético pocas veces se ha visto tan atractivo. Hasta quienes han perdido con los negocios energéticos realizados durante el auge del esquisto lo encuentran tentador. La combinación de las oportunidades que ofrecen las deudas en dificultades con las posibilidades de realizar fusiones y adquisiciones (M&A) genera un potencial de rentabilidad muy lucrativo.

¿Quiebra, reestructuración o venta a cualquier precio? 

Entonces, si usted es una empresa del área del esquisto con problemas de liquidez, ¿qué opciones tiene? Siempre existe la posibilidad de declarar la quiebra, pero será mejor evitarla a menos que haya un modo de obtener el mayor valor posible durante el proceso de quiebra. También puede considerar una reestructuración de la deuda, pero debe estar preparado para pagar. Por ejemplo, Resolute Energy logró un acuerdo de deuda por $142 millones que le garantiza al prestamista, Highland Capital Management, una rentabilidad del 25 por ciento. A cambio de un préstamo por $500 millones, Linn Energy le ha otorgado a Blackstone una participación efectiva del 85 por ciento en la explotación de algunos de sus pozos. En este momento, las tasas de rendimiento de los inversores en el área petrolera parten de los dos dígitos. También podría pensar en vender a cualquier precio, si cree que el camino para solucionar su problema es emprender una fusión y adquisición.

Sin embargo, esto presenta un alto grado de incertidumbre. Las fusiones y adquisiciones pueden ser una solución temporal. Mientras el precio del petróleo no logre asentarse, las condiciones de los acuerdos tenderán a renegociarse en favor del comprador. La desesperación y las posiciones de negociación débiles seguirán siendo parte de la valuación de los negocios. La situación podría resultar atractiva e interesante para inversionistas y compañías con estructuras de capital sólidas. Sin embargo, los menos afortunados cifran sus esperanzas en el aumento de los precios del petróleo.