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Colaborar: El Mejor Camino

La colaboración es un motor de la economía del siglo XXI. Las empresas deben recordarlo e ignorar fantasías proteccionistas.

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Los discursos que incitan a la creación de muros, al aislamiento social y a la economía cerrada resultan chocantes por varias razones; una de las principales: desde hace muchos años, el mundo funciona de una manera muy diferente.

El ámbito empresarial, en ese sentido, es un paradigma de los tiempos que vivimos. Por ejemplo, en la actualidad, el mercado de Oceanía puede ser el objetivo principal de una organización latinoamericana, la cual, con el fin de lograr la máxima eficiencia, podría diseñar las mercancías en Irlanda, fabricarlas en Canadá y distribuirlas desde Japón.

En este contexto de negocios, a nadie le interesan las barreras físicas o políticas. En realidad, lo que se demanda son herramientas que faciliten e incrementen la colaboración sin fronteras entre equipos de trabajo internos, proveedores y socios. De ahí el interés, cada vez más extendido, por las soluciones tecnológicas especializadas en colaboración empresarial: plataformas digitales que permiten intercambiar —en forma administrada, segura y veloz— la información crítica de diversos procesos corporativos.

Gracias a dichas innovaciones, la colaboración se transforma en un factor que mejora los resultados de una compañía, hecho que ya empieza a ser visible. De acuerdo con una investigación-encuesta, una organización que colabora digitalmente, en comparación con una que no lo hace, incrementa sus ingresos, en promedio, hasta 4.5%.

Por eso las empresas, más que cuestionar la pertinencia de la innovación, necesitan concentrar sus esfuerzos en la búsqueda de la mejor herramienta, una tarea que implicará ponderar varios aspectos, desde la reputación del fabricante hasta la capacidad tecnológica de la plataforma de colaboración. En este proceso de exploración hay algunos elementos que son imprescindibles, entre los que vale la pena destacar:

  • Confianza. El proveedor de la plataforma de colaboración debe contar con una sólida reputación, basada en referencias comprobables (distintas industrias, diferentes tamaños de empresa), excelencia en el servicio al cliente y operaciones de escala global. La información crítica de un negocio no puede estar en manos de cualquier fabricante.

  • Seguridad. En el ámbito digital, la colaboración implica el intercambio de documentos, así como su manipulación colectiva. Por esa razón, la solución debe estar respaldada por las mejores tecnologías de seguridad, y sin que ello obstaculice el trabajo en equipo o la gestión de los procesos. Este factor es muy relevante para compañías que operan en sectores estrictamente regulados, como financiero, farmacéutico y jurídico.

  • Movilidad. Sin perder los atributos de seguridad y colaboración efectiva, la plataforma debe garantizar una operación eficaz en equipos móviles (tabletas y teléfonos inteligentes), sin merma en las funciones.

  • Adaptabilidad. La herramienta no debe imponer sus criterios a la forma en que trabaja la empresa, por el contrario, tiene que ser flexible y amoldable a los esquemas y las prácticas de colaboración que se utilizan en la compañía.

  • Integración. La solución no debe implicar nuevas inversiones en infraestructura tecnológica. Tiene que adaptarse fácilmente a la plataforma de TI (hardware y software) que ya da servicio a la organización. La colaboración digital no está condicionada a mayores desembolsos de capital.

  • Accesibilidad. La facilidad de uso y el acceso sencillo a la plataforma y sus funciones son condiciones obligadas. Nadie —usuarios internos y externos— tiene que sufrir la colaboración empresarial. En particular, a los socios de negocio no se les debería exigir la descarga de aplicaciones o la instalación de plug-ins cuando necesitan acceder a la información de la compañía.

La economía del siglo XXI no renunciará a la apertura ni a la colaboración. Las compañías de todo el mundo, más allá de los pronunciamientos de algunas figuras públicas, deben estar preparadas para el esfuerzo colectivo. El aislamiento podrá ser bueno para el espíritu, pero no para los negocios.

Marcelo Fernandes